En la maquinación perfecta de los mundos que miran para adentro destaca el perfil siniestro del que le roba a la tierra. El pérfido hombre de escrúpulos viscosos que no duda estrujar órganos haciendo uso de su título. El pillaje enmarcado en estos burgueses bastidores que los que saben, entienden de lo rudimentario de la tesis.
El desarme no es culpa de nadie, los miedos, los soles perdidos tampoco. El esqueleto de este país tampoco. Pero en la jerarquización de los pecados, aquello que solo dios juzga, en la batalla de la defensa de las banderas, aquello que no se discute, toda esta dialéctica sobra.
Y así va… montada la reflexión, sin estribos, tomada de las crines del potro variopinto que es esta sociedad. De las crines, mientras la équida boca babea loca y el cuerpo se acomoda para la caída.
lunes, 6 de febrero de 2012
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